Cartas de Amor        
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Idolatrada Mía...

El tiempo he detenido.

Adherido a una estrella, lo hice plomada a su fulgor, y... paciente espera, para ser péndulo en la mesura de este amor.

Sólo transcurre el “tiempo” de las reminiscencias; esas que traen, a la agudeza del olfato la fragancia de tu piel, a estos iris el esplendor de tu mirada, a la comisura de los sedientos labios el sabor miel, de tus apasionados besos.

Esos recuerdos inalterables que viven en las profundidades de mi razón de ser...

¡El corazón!

Este que late una y otra vez sin detenerse, que se agita violento como mar enfurecido, cada vez que presiente en el hálito que transporta al firmamento, la imagen pura de tu aura.

No importa que tan ciego, me encuentre por este sentimiento de amor, que por ti tengo, siempre podré verte en añoranzas..., sereno, apacible, como el celaje que recorre sin afán la clara bóveda, y hacen oasis a mis ermitaños pensamientos.

Es tan claro tu recuerdo, son tan ondas las huellas que dejaste, que aún en la distancia del tiempo por venir, escucho tus pisadas, la sensación de tus caricias, el baño de tu aliento, el suave canto de tu corazón ansioso... una y mil cosas más, que esta pluma torpe nunca podrá transcribir.

Dejare de nuevo que el tiempo siga su camino...

Ya no lo detendré más;
lo dejaré libre, como a ti, pero los llevaré presente, hasta el final de mi destino...

¡La eternidad!.

Con Amor,
Mi sentimiento.

©2007 Autor: Guillermo Cano Botero
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