Carta para una madre maravillosa
Contigo aprendí, mamá
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Querida Madre:
Me gustaría hacerte saber, mamá, que aun siendo hoy la mujer que ahora soy, creo que ya madura... aún necesito de ti. Doy gracias al Creador por tu vida, porque a pesar de ser obediente en cuanto a “dejarás a tu padre y a tu madre” y a que un día tuve que partir en pos de mi compañero de vida, nunca te aparté de mi corazón, y tus consejos siempre me acompañaron.
La vida nos va llevando por senderos desconocidos, la valentía de la juventud nos permite conquistar todos los obstáculos que se presenten en aras de la felicidad. Con el tiempo, madre querida, aprendí a apreciar tu sabiduría.
Cada vez que me sentí sola por no estar cerca de ti, cada vez que el miedo me aprisionaba, cuando la crianza de mis hijos era una tarea desconocida, cuando las diferencias con mi esposo surgieron… en todos esos momentos, querida madre, mi primer pensamiento era el de preguntarme hasta dónde hubiera llegado yo sin no es por tu consejo y guía y me acompaña cada día. ¿Qué hubiese sido de mí si no es por ti, madre mía?
Sé que he hecho y entregado lo mejor de mí, y eso te lo debo a ti madre querida, al cansancio de tus años, el reflejo de tu bondad, la sabiduría de tu hablar y tu actuar que me han hecho saber y entender que Dios me ama en demasía, por haberme dado el privilegio de ser tu hija. Gracias por dejarme llegar, gracias por arroparme, gracias por tus regaños, gracias por enseñarme lo que son los valores y el respeto a uno mismo y a los demás.
Y gracias Dios por aún conservarme a esta madre que tanto necesito en mi caminar, y porque sé que cuando el tiempo inclemente nos separe por siempre, sus ejemplos y sus enseñanzas estarán conmigo por siempre.
TE AMO MAMÍ.
© 1 de mayo 2011, autor: Carolina.