Estoy seguro de que Cristo les ha dado a ustedes poder para animar a los demás.
El amor que ustedes tienen los lleva a consolar a otros, y sé que todos tienen el mismo Espíritu y son compasivos.
Por eso les pido a todos ustedes que me hagan totalmente feliz, viviendo en armonía y amándose unos a otros.
Pónganse de acuerdo en lo que piensan, deseen las mismas cosas y no hagan nada por orgullo o sólo por pelear.
Al contrario, hagan todo con humildad y vean a los demás como mejores a ustedes mismos.
Nadie busque el bien sólo para sí mismo, sino para todos.
Tengan la misma manera de pensar que tuvo Jesucristo:
Aunque Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad.
Al contrario, renunció a esa igualdad, y se hizo igual a nosotros,
haciéndose esclavo de todos.
Como hombre, se humilló a sí mismo y obedeció a Dios hasta la muerte: ¡murió clavado en una cruz!
Por eso Dios le otorgó el más alto privilegio,
y le dio el más importante de todos los nombres,
para que ante él se arrodillen todos los que están en el cielo,
y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra;
para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre.
Filipenses 2:1-11
(Biblia en Lenguaje Sencillo) |