Por amor a ti
Recuerdo muy bien ese día. Anhelaba tanto volver a verla. Deseaba con toda mi alma que su imagen se reflejara en lo más profundo de mis dos pupilas.
Pero también me dolía saber que aunque quisiera con todas mi fuerzas estar a su lado, muchas excusas pondría, ¡miles de pretextos! Pero continuando con esta historia sobre este amor tan loco, tan extraño, tan fuera de orbita, recuerdo muy bien ese momento...
Regresaba de haber comprado una soda "Pepsi" y una pieza de pizza de jamón y queso, cuando de pronto mis ojos vieron cumplido ese loco deseo de verla.
Todo mi cuerpo comenzó a temblar y en un momento de incredulidad y temor, olvidé el hambre que tenía, podía escuchar los latidos de mi acelerado corazón cada vez más rápido, la melodía tan placentera de su nombre en mi mente, comenzó a acelerar más y más los tiempos de mi razón.
No podía contenerlo.
Estaba asustado. Estaba muy emocionado. No podía ocultar el nerviosismo de decidir hablarle.
Pero en el momento de la indecisa decisión, ella se volvió mirando justo hacia donde estaba yo, y con un gesto de sorpresa levantó su mano y un simple movimiento de sus labios, el muy conocido hola desde lejos, fue en ese momento, que tomé la decisión de dirigirme hacia ella.
En el corto camino de 50 metros (mas o menos) iba imaginándome como saludarla, los movimientos que iba a hacer para ser agradable ante ella, pero tan absorto esta en lo que iba a hacer que no me di cuenta de que ella también había decido ir hacia mí.
Un "hola" rompió ese silencio que nos invadió a ambos, por el nerviosismo y por haber olvidado qué iba a decir y ella, pues no sé.
Quizá fue lo mismo.
La emoción duró poco. Pues en el momento inesperado llega su acompañante (cosa que no sabía) y con tono meloso la invitó a comer (cosa que en ese momento iba a hacer yo).
Todo pasó muy rápido, ella se fue con él y yo me quedé completamente frustrado.
En mi frustración, recordé aquellos momentos que pasé con ella hace mucho tiempo.
Recordé sus besos, sus caricias, recordé su voz suave y su mirada tierna.
Aquellos días con ella, fueron días de gloria. Días en los que piensas que el cielo está en la tierra, días a los que regresarías sin reproches y sin preguntas. Esos días en los que entregas el corazón y el alma, son los días que guardas en tu corazón como un tesoro envidiado por los demás.
A mi alrededor observaba a la multitud, disfrutando, gozando del verdadero placer de la vida, riendo y llorando.
Todo parecía perfecto, pero dentro de mí, en mi mundo, mi alma gemía sin control y sin consuelo, pues sabía que mi pequeña niña se había ido para siempre.
No podía regresar después de esa promesa. Me arrepiento de haberla hecho. En mi desesperación le había pedido a Dios, que me permitiera verla una vez más. Aunque fuera de lejos.
Le había prometido muchas cosas para que cumpliera ese capricho.
Esas noches enteras que pasaba pensando en ella, eran tan torturantes y desgarradoras. Me veía en el espejo, y como por arte de magia, imaginaba que estaba conmigo, que estaba detrás de mi. Que estaba a mi lado. "La amo tanto" decía en mi interior. Después de todo ese tiempo aun la amo.
Cinco años después de la experiencia, he decidido plasmar el recuerdo de mi primer amor imposible, que se hizo imposible por culpa de unos cuantos kilómetros.
Aún me invade la nostalgia.
Su recuerdo me invita a seguir por la vida, a luchar por las cosas que quiero y por las que creo.
Jamás imaginé que el día que la conocí la llevaría conmigo para siempre. A veces estoy en mi alcoba, y tomo mi guitarra, pues soy músico de profesión, y en cada nota ejecutada, recuerdo con dulzura y con mucho amor, lo poco que conviví con ella.
Ahora debo aceptar la realidad.
Una realidad que duele, pero estoy satisfecho conmigo mismo, pues conocí el amor de verdad. El amor sin condiciones.
Me di cuenta que todos por muy rudos que parezcamos, podemos amar sin medida y sin restricciones.
Por eso, tú que lees esta pequeña historia, recuerda que amar es privilegio de los seres humanos. Cuando tengas la oportunidad de amar, hazlo sin medidas, sin condiciones.
Hoy la dejé ir, para que sea feliz. Soy esclavo de ese amor, para que ella sea libre. Es simple.
Si amas de verdad, llorarás para que ella o él rían. Serás esclavo, para que sea libre.
Autor: Giezi Merari Pineda Girón